Se le atribuye a Voltaire la frase que la incertidumbre es una posición incómoda, mientras que la certeza es una posición absurda. Estamos claramente en una posición incómoda, con la absurda certeza de que nos esperan tiempos difíciles.
Somos todos parte de una industria en la que cualquier inestabilidad se trata de corregir con previsibilidad. Es así como hemos podido crecer en base a modelos y estadísticas que nos permiten evaluar el riesgo, y diseñar herramientas para enfrentar desviaciones. Hemos sido capaces de crear medidas de seguridad, diseñar protocolos de administración que permiten reducir la exposición, y cuando eso es imposible, contar con las herramientas técnicas que, a partir de una buena distribución, permiten cubrir prácticamente cualquier riesgo, y poder así brindar soluciones a los más diversos asegurados. Aún en el caso de los fenómenos naturales, es posible medir y analizar su frecuencia y con esa información diseñar herramientas que permiten cubrir la mayoría de los desastres meteorológicos a nivel planetario, sin poner en riesgo la solidez del mercado.
Pero un día, llegó un virus semi-desconocido llamado COVID19, y se quemaron todos los papeles. Estados soberanos de todo tamaño y condición, economías enteras, actividades tan disímiles como una fábrica de aviones o una peluquería, se despertaron en un mundo distinto. Hubo mensajes exagerados y negadores y en relativamente poco tiempo, lo que aparentemente empezó en una capital de provincia llamada Wuhan, se trasladó a más de 200 países. Los gobiernos, organizaciones, la comunidad científica y los sistemas de salud, reaccionaron como pudieron y 6 meses después siguen reaccionando; muchas veces dando marcha atrás con medidas y contramedidas, en donde lo que era recomendable el primer día, se desaconseja al poco tiempo. Cuarentenas rígidas, por un lado, aperturas por el otro, brotes y rebrotes, protocolos cambiantes, y la ya clara conclusión de que falta mucho todavía para entender exactamente el origen de las cosas y con demasiadas preguntas sin respuesta.
Si una buena parte del mundo entró en crisis, está semi-aislado con muchas fronteras cerradas, los PBI proyectan caídas de más de un 10 por ciento, empresas en quiebra, pérdida de empleos, millones de contagiados y cientos de miles de muertos, es obvio que el mercado internacional de reaseguros no puede resultar ajeno y la pandemia, – a su manera-, también se cobra sus víctimas en nuestro sector.
En el mes de Mayo el mercado de Lloyd´s proyectaba pagar entre 3 y 4.300 millones de Dólares por siniestros relacionados con el Covid19, esto es comparable al costo del ataque terrorista del 11 de Septiembre o a la suma de siniestros pagados en los huracanes, Harvey, Irma y María.
Al cierre del segundo semestre de un año calendario que la mayoría ya consideramos como “perdido”, las proyecciones de pérdidas por Covid19 presentan un rango extremadamente amplio entre 40 y 100 mil millones de Dólares. La distancia entre el mínimo y máximo es una clara señal de lo difícil que es hacer una proyección medianamente correcta. Es probable que en la medida que sigan los aislamientos o restricciones, o que se confirmen rebrotes que obliguen a retomar medidas de aislamiento extremo, los siniestros aumenten aún más.
El mercado de Property en USA, tomando el estado de Florida como muestra, registra en las renovaciones al 30 de Junio, un aumento de primas superior al 25 por ciento y esto reafirma el aumento sostenido de precios en los últimos 18 meses.
Aseguradores y Reaseguradores están muy preocupados por el efecto a largo plazo que puede tener la siniestralidad relacionada con el Covid19. La preocupación no solo se refiere a los eventos claramente identificados como efecto directo de la pandemia, existen miles de reclamos ya presentados o potenciales, en los que, ante un texto de póliza no demasiado claro, algunos asegurados pretenden reclamar indemnización por pérdidas sufridas por la pandemia; aunque sus pólizas no necesariamente estaban diseñadas para cubrir ese tipo de siniestro. Se anticipan muchas acciones legales e igual número de rechazos, por lo que se espera una gran litigiosidad cuyo resultado solo podrá saberse, cuando luego de todas las instancias y apelaciones, los tribunales emitan su veredicto. Ya hay algunos antecedentes en USA y en Europa en menor medida, donde en una primera instancia legal se ha determinado que el Covid19 es un “desastre natural” y esto, en algunas pólizas, permitiría reclamar una indemnización. En pólizas de Property en donde se cubre la pérdida de ingresos, o lucro cesante, hay un creciente número de asegurados que argumentan que, aún no existiendo un daño físico previo, la cobertura de pérdida de ingresos debe considerarse como afectada. Tema por demás serio que ya ha puesto en alerta a distintas asociaciones de Brokers, Aseguradores y Reaseguradores.
Una de las primeras reacciones del mercado ha sido la imposición de cláusulas de exclusión para enfermedades transmisibles y en el mercado local ya vemos dichas cláusulas en todas las colocaciones de reaseguro.
Para graficar el estado actual del mercado veamos el efecto de la crisis con una recorrida por los distintos ramos, empezando por la castigada industria de aviación comercial. Si bien algunos países se han ocupado de brindar soporte financiero a muchas líneas aéreas, esta ayuda apenas cubre el problema y lo que es peor, no es suficiente para poder imaginar una recuperación en el corto plazo.
El efecto en el mercado de seguros y reaseguros será importante y sin precedentes. Basta imaginar más de 15.000 aeronaves en tierra, millones de puestos de trabajo perdidos o en peligro de perderse y la total incertidumbre respecto de cuándo los usuarios decidirán que es seguro volver a viajar en avión.
Muchas aerolíneas ya han anunciado que reformularán sus rutas. Habrá vuelos directos que no se podrán mantener. Las aplicaciones de protocolos de distanciamiento harán que algunos modelos de aviones no se volverán a usar en ciertos tramos por ser antieconómicos. El redituable segmento de ejecutiva y primera clase, no tendrá en el futuro inmediato, usuarios corporativos. En cuanto al resto de pasajeros, es dudoso aún cual será la motivación para adquirir pasajes. Muchas aerolíneas deben equilibrar el costo de las nuevas medidas de seguridad y los servicios de aeropuertos, con los descuentos que ofrecen tratando de recuperar clientes. El presidente de una aerolínea fue citado recientemente admitiendo que muchos vuelos se realizan a pérdida, pero: “cualquier ingreso es útil para cubrir los costos fijos”. Aunque los protocolos de salud en la cabina terminen siendo tolerados, la decisión de viajar estará influenciada por las condiciones en el lugar de destino. La mayoría de los ejecutivos claves en las aerolíneas más importantes coinciden en que la recuperación tardará entre tres o cuatro años. IATA anticipa una caída en el volumen de pasajeros transportados de casi un 50 por ciento, en consecuencia, las primas de RC se verán seriamente afectadas. Si bien el riesgo de vuelo se encuentra reducido, lo que se traduce en primas de Casco notablemente menores, la exposición a los riesgos de tierra está aumentada a niveles nunca imaginados en ningún ejercicio de suscripción. Es inevitable imaginar que este sector del mercado sufrirá una importante caída en el volumen de primas, deberá hacer concesiones a las grandes flotas y también estar preparado para la quiebra de varios operadores.
En el mercado de Casualty, ya notábamos un endurecimiento importante en los términos y condiciones con anterioridad al Covid19, este endurecimiento se ha incrementado con una importantísima caída en la capacidad disponible, especialmente en los mercados de exceso con el consiguiente aumento de tasas. Como si el aumento de precio no fuera suficiente, los pocos mercados disponibles están también decididos a endurecer sus condiciones. En el mercado de Líneas Profesionales también es notoria la rigurosidad con la que los Reaseguradores analizan las distintas actividades o profesiones. Se trate o no, de actividades afectadas por el Covid19, la suscripción de riesgos está enfocada a requerir de cada asegurado detalles completos de cómo ha modificado su operatoria en este nuevo entorno y cómo maneja su personal.
Las pólizas de Directores y Gerentes experimentan criterios de suscripción similares, con aumentos que pueden superar el 20 %, sin embargo, existen aquí factores previos al Covid19. Antes de la pandemia, ya se observaba en el mercado internacional un aumento importante en la siniestralidad y la frecuencia en este tipo de cobertura. Directamente relacionado con la pandemia, se observa ahora un aumento en el costo y flujo de siniestros vinculados con despidos, manejo de garantías, quiebras, violación de contrato, destacándose las restricciones de cobertura en pólizas de Directores y Gerentes para las ofertas públicas de venta. También aquí, se nota la imposición de la exclusión de reclamos por enfermedades transmisibles especialmente en pólizas que cubren directores y gerentes de establecimientos de Salud. Otro factor asociado a la pandemia, es que los asegurados naturalmente buscarán ampliar el periodo de descubrimiento extendido para poder tener mejor certeza de cobertura frente a reclamos sobre actos anteriores. El sector de Riesgo Cibernético también reporta cambios y siniestros, la modalidad de trabajo remoto y el confinamiento ha expuesto a empresas y particulares a ataques de todo tipo. La necesidad de mantener la estructura en funcionamiento y básicamente la falta de tiempo para diseñar protecciones, ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de bases de datos y servidores lo que solo agravará las condiciones para aquellos tomadores de riesgo cibernético.
En el ramo de Ingeniería, los riesgos de construcción y montaje se enfrentan a un mercado con poco apetito para grandes obras, particularmente aquellas que involucren “trabajos mojados” o daños por agua. Hay una clara disminución de capacidad y aumento generalizado en los precios y deducibles. El efecto de la pandemia se ha hecho sentir con la paralización de obras, demoras en la entrega y la necesidad de extender periodos de vigencia. El mercado está revisando cada pedido de extensión y se han registrado casos en donde se pretende imponer límites en la duración de la cobertura o inclusive intentar modificar términos para la extensión solicitada. En este ramo, los contratistas también deben acostumbrarse a la exclusión -ahora estándar-, de enfermedades transmisibles, en un contexto operativo en donde es casi imposible mantener distanciamiento. La cobertura de Responsabilidad Civil asociada con la construcción y el montaje experimenta una marcada disminución en aquellos mercados que proveen capacidad en exceso de US Dólares 10 Millones y esto ha hecho aumentar sustancialmente los costos en los pocos proyectos nuevos. En aquellos casos de obras iniciadas con anterioridad a la pandemia y que debieron paralizarse por varios meses, la cobertura de todo riesgo de construcción y montaje también está expuesta a situaciones complejas ya que muchas obras pasaron de ser un riesgo de construcción a un riesgo silencioso. Muchas veces estos casos pueden potencialmente generar conflictos de cobertura para trabajos terminados o tomados en uso. La exposición adicional a fenómenos naturales por la alteración de cronogramas de obra, es otra consecuencia de la pandemia.
En el ramo de Accidentes de Trabajo, la variedad de protocolos, prohibiciones, limitaciones y restricciones que se han establecido a nivel mundial se han traducido en un aumento generalizado en los costos de los empleadores, Muchos gobiernos han ofrecido planes de asistencia para compensar la caída del empleo o para tratar de preservarlo. La realidad es que las nóminas deben pagarse y frente a la falta de ingresos, los empleadores tratan de minimizar el daño. En el caso específico de los seguros, se observa una reducción natural en las primas como consecuencia de la disminución o paralización de la actividad. Sin embargo, hay muchos casos en los que la nómina debe seguir siendo pagada y se agregan costos adicionales como medidas de seguridad, y gastos extra a cargo del empleador. Sobre siniestros relacionados con el Covid19, Estados Unidos puede ser un mercado importante a tener en cuenta por la actividad industrial y densidad demográfica, sin embargo, su particular normativa para contratar y despedir trabajadores puede no ser un buen ejemplo. Hecha esta aclaración, es interesante comprobar que dependiendo del estado en donde se realice el reclamo, la carga de la prueba respecto del contagio le corresponde al empleado; mientras que en otros estados la responsabilidad de demostrar que el contagio no se produjo en el lugar de trabajo, le corresponde enteramente a la Aseguradora. Contrariamente a otras clases, no se observan aumentos en las pólizas de Accidentes de Trabajo, pero en la medida que se registren siniestros por Covid19, el mercado sin duda reaccionará. Hay actividades que han experimentado una caída casi catastrófica, con muy pocas posibilidades de sobrevivir la crisis. El futuro presenta una instancia de negociación profunda en donde la capacidad de pago del asegurado original deberá encontrar un equilibro con las expectativas de las Aseguradoras y de eso dependerá mantener las carteras.
El sector del mercado que se ocupa de la actividad de la salud está imponiendo exclusiones sobre pandemia y/o enfermedades trasmisibles especialmente para cualquier riesgo nuevo. Aseguradores y reaseguradores han optado por abrir un compás de espera, pero cualquier medida de restricción de cobertura o aumento de precios puede tener un efecto adverso en una actividad que, en el sector privado, se ha visto desbordada por los costos del covid19, no solo en la atención de pacientes, pero también en la necesidad de modificar protocolos, replantear espacios, comprar nuevos insumos, convocar personal médico y técnico extra, y un estricto sistema de control y aislamiento. Mientras tanto, en otras áreas de la actividad como la clínica ambulatoria o el tratamiento de otras enfermedades, la actividad ha decrecido considerablemente con personal y espacio ocioso, lo que provoca una caída de ingresos muy importante.
En el caso de transportes terrestres, el efecto de “quedarse en casa” ha reducido el porcentaje de accidentes viales lo que puede considerarse como uno de los pocos aspectos positivos de la pandemia, en paralelo se ha incrementado la actividad de entregas a domicilio de todo tipo de mercaderías con lo que ese sector de la actividad más que reducir sus actividades se ha visto beneficiado. Esta mejora está claramente limitada al tipo de mercadería transportada ya que, así como a muchos transportistas les ha ido bien, otros han debido suspender totalmente sus operaciones. En el área de logística las restricciones de circulación y cuarentena han afectado la velocidad y el volumen de los aceitados mecanismos de distribución y eso tomará algún tiempo en recuperarse.
Al igual que ocurre en la industria de aviación comercial grandes flotas de camiones han debido encontrar el espacio para permanecer paradas y esto genera una exposición adicional con una concentración de valores muy importante, que no fueron tenidos en cuenta en la suscripción original del riesgo. Se sabe que muchos operadores han puesto en venta una parte importante de sus flotas, para evitar tener capital parado sin ningún ingreso.
El segmento de transporte oceánico y fluvial, tampoco presenta un panorama muy alentador, barcos cargados que no pueden descargar, contratos cancelados, puertos cerrados, y con tantas fábricas cerradas o producción reducida, el sector se trata de acomodar a una realidad en la que los volúmenes de carga no serán los estimados originalmente y esto seguramente requerirá renegociar términos para revisar primas mínimas y de depósito o tasas de ajuste sobre el total de mercadería transportada.
En el sector de Energía el mercado se mantiene estricto en los precios con reaseguradores que no están dispuestos a otorgar descuentos por debajo de lo que determinan como tasa técnica. Esta postura impacta en el celo con que se miran los informes de inspección, y los programas de mantenimiento. Muchos asegurados han finalmente entendido que es más fácil negociar términos con informes de riesgo actualizados en donde se pueda demostrar que todas o por lo menos varias recomendaciones se han llevado a cabo o están en curso. El sector petrolero empezó a mostrar síntomas de reactivación a fines de Mayo y principios de Junio como consecuencia de la suba en el precio del barril. Se espera que, de no mediar más caídas de precio, la actividad de perforación convencional o no, empiece a recuperarse en el segundo semestre. En el sector de minería o plantas térmicas de carbón, se mantiene la falta de capacidad particularmente en reaseguradores europeos que firmaron el acuerdo de Paris. En el sector de renovables, recientes siniestros originados en fenómenos naturales como granizo en USA han afectado la capacidad para cubrir plantas eólicas o solares.
La situación para el sector de energía puede resumirse como menor capacidad disponible, aumentos promedio del 20 por ciento, serias exigencias sobre la calidad de los riesgos, y como ya empezaron a llegar reclamos por Covid19, la cobertura de Pérdida de Ingresos, se ha vuelto más restrictiva, con aumento de deducibles y la imposición de cláusulas que pretenden evitar vacíos legales por donde se pueda litigar en caso de siniestros. Muchos asegurados de tamaño medio, en generación o refinación, al ver reducido sus ingresos por falta de actividad, están optando por recortar limites, aumentar deducibles y hay algunos casos con alta siniestralidad que no han podido afrontar el costo de protección y obligadamente entraron al peligroso mundo del auto seguro.
Y para concluir, mencionamos un sector que está afectado como todos, pero sin elementos que permitan imaginar si su recuperación será realmente posible, o si habrá que aceptar que no volverá a ser igual en el futuro cercano; nos referimos a la industria de la hospitalidad y el entretenimiento.
El sector de gastronomía y hotelería, presenta casos con cero ingresos durante meses y un mercado de seguros que lejos de ser receptivo, mira el riesgo con preocupación tanto en daños materiales como en responsabilidad civil. Hay muchos edificios que al estar sin uso durante meses han sufrido daños, siendo el agua una de las principales causas. Como en las demás actividades, el clausulado de póliza está siendo revisado en cada caso, con la intención que no haya ambigüedades y que las enfermedades transmisibles o situación de pandemia, estén claramente excluidas. Como muchos operadores no pueden proyectar el volumen de ocupación, se han visto acuerdos con los aseguradores que incluyen cláusulas de ajuste trimestral relacionadas con el volumen de ocupación. Como en tantas otras industrias, los reaseguradores exigen información detallada del estado de las instalaciones y los programas de mantenimiento antes de efectuar concesiones. La industria del entretenimiento está en una situación similar ya que el transporte, la hospitalidad y el entretenimiento suele ser una reacción en cadena que según se anticipa, será muy distinta en la “nueva normalidad”. Parques de diversiones, conciertos, opera, cines y teatros si bien no son tan importantes en el mercado de reaseguros como otras actividades industriales, en conjunto representan un volumen de prima bastante interesante que no será fácil recomponer. Un clásico como el Cirque du Soleil con varios elencos recorriendo el mundo simultáneamente y pagando un programa de seguros mundial que cubría los equipos, técnicos, artistas, transporte, la cancelación, y la responsabilidad civil, no se renovará por la recientemente anunciada convocatoria de acreedores de la empresa canadiense. En el Reino Unido la Federación de Industrias Creativas habla de una “catástrofe cultural” con pérdidas proyectadas en 1.750 Millones de dólares por semana, y la posible pérdida de 400.000 puestos de trabajo. Los números de Broadway deberían ser aún mayores. Lo dramático, es que se trata de sectores que no ven ninguna recuperación posible en el año 2020.
Y en este pandémico contexto donde nos toca movernos, los intermediarios hemos tenido que modificar estructuras, mantener el nivel de servicio con las limitaciones del confinamiento y luchar cada día con mercados que, -igual que nosotros-, no la están pasando bien. Las empresas temen por su utilidad, están expuestos a una degradación en su security rating, falta de capital o afectación de reservas; y las personas, temen por su trabajo como ya se ha visto con el cierre de algunos equipos de suscripción.
Aún a pesar del contexto nacional e internacional, se ha podido renovar la mayoría de las carteras. Hay mucha presión de parte de los asegurados para resistir aumentos y en la mayoría de los casos deberemos ser creativos y buscar soluciones intermedias. La capacidad de negociación, ahora remota, vuelve a ser la mejor herramienta para enfrentar como dijo Voltaire, la incomodidad de la incertidumbre.
Néstor Cola-Almeida